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jueves, 21 de septiembre de 2023

Insecticidas y su dañino impacto ambiental

Imagen: Pixabay

Los insecticidas pueden tener efectos positivos en la agricultura, siempre y cuando su uso no sea por demás de excesivo, pero igualmente sus efectos residuales dejan su impacto ambiental con consecuencias bastantes graves.
Los insecticidas han desempeñado un papel muy importante en el control de plagas agrícolas y enfermedades transmitidas por vectores. No obstante, su uso abusivo o inadecuado, puede provocar graves problemas para la salud y el medio ambiente.
A este grupo de compuestos químicos se le destina el control de plagas que causan perjuicio o que interfieren con la producción agropecuaria y forestal; pero su aplicación contamina agua, suelos y aire, daña a los animales, altera la inocuidad de los alimentos que consumimos y, en consecuencia, incrementa los riesgos para la salud humana.
La Organización Mundial de la Salud reconoce que el consumo de alimentos transgénicos y agroquímicos ha elevado los índices de enfermedades degenerativas del sistema inmunológico como diabetes, hipertensión, obesidad, cáncer, e incluso son causantes de abortos espontáneos, malformaciones genéticas, enfermedades de la piel, respiratorias y neurológicas, autismo y enfermedad celiaca.
La División de Población de las Naciones Unidas estima que para el año 2050 habrá 9.700 millones de personas en la Tierra, alrededor de un 30% más de personas que en 2017. Casi todo este crecimiento de la población se producirá en los países en desarrollo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que en los países en desarrollo, se proyecta que el 80% del aumento en la producción de alimentos necesario para mantener el ritmo del crecimiento de la población procederá de aumentos en el rendimiento o el número de veces al año que se pueden plantar los cultivos en la misma tierra. Se espera que solo el 20% de la producción adicional de alimentos sea el resultado de una expansión de las tierras agrícolas.
Los insecticidas pueden prevenir grandes pérdidas de cultivos y, por lo tanto, seguirán desempeñando un papel en la agricultura. Sin embargo, los efectos de la exposición a los plaguicidas en los seres humanos y el medio ambiente son una preocupación constante.
El uso de insecticidas para producir alimentos, tanto para alimentar a las poblaciones locales como para la exportación, debe cumplir con las buenas prácticas agrícolas, independientemente de la situación económica del país. Los agricultores deben limitar la cantidad de plaguicida utilizado al mínimo necesario para proteger sus cultivos.
También es posible, en ciertas circunstancias, producir alimentos sin el uso de insecticidas.
La lucha contra los agentes nocivos en la agricultura utilizando únicamente insecticidas químicos se ha demostrado insuficiente, pues los insectos desarrollan resistencia a las materias activas insecticidas, y tal y como son utilizados genéricamente condena el control de las plagas agrícolas al aumento de su consumo.
La población con un mayor riesgo la componen aquellos que están directamente expuestos a los plaguicidas. Esto incluye a los trabajadores agrícolas que aplican plaguicidas y cualquier otra persona en las inmediaciones durante, y poco después, de que se propaguen los plaguicidas.
La población general, aquellos que no están en la zona donde se usan plaguicidas, está expuesta a niveles significativamente más bajos de residuos de pesticidas a través de los alimentos y el agua.
A pesar de su pequeño tamaño, las abejas provocan grandes beneficios. Como animales polinizadores facilitan la reproducción de especies vegetales silvestres y cultivadas, lo que es fundamental para producir alimentos y medicamentos.
De hecho, dos tercios de los cultivos mundiales dependen de animales polinizadores como la abeja y nuestra nutrición se beneficia de su trabajo por medio de frutas, legumbres, hortalizas o semillas variadas y de calidad. Tanto es así que la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación) las define como "aliadas cruciales en la lucha contra el hambre".
A pesar de su importancia, diversos estudios científicos constatan la reducción de las colmenas, lo que supone una seria amenaza para la seguridad alimentaria y la nutrición. Las causas de este declive son la agricultura intensiva, el monocultivo, el aumento de las temperaturas debido al cambio climático y el uso de productos químicos agrícolas como los pesticidas, los fertilizantes o los herbicidas.
Otra información importante para destacar es que las grandes empresas que se dedican a la fabricación de estos productos, tendrían que pensar un poco más en el medio ambiente y en la salud de los seres humanos y en los animales, ya que creando productos naturales, no solo que se podría combatir de manera bien especifica a lo que se quiere eliminar y así teniendo un impacto muy bajo para el resto del medio ambiente y no dañando la salud de ningún ser vivo. Pero como todo en este mundo, seguramente habrá muchos intereses económicos de por medio.
En conclusión es y será un tema muy importante para seguir debatiendo, ya que esta practica es altamente toxica para el aire, la tierra y el agua, sumado a su efecto residual duradero y provocando muchos problemas en el medio ambiente a lo largo del tiempo, sumado a que en cada temporada los agricultores se gastan mucha cantidad de dinero en algo perjudicial para todos y aveces no termina siendo 100% exitoso el trabajo, ya que muchas plagas terminan adquiriendo resistencia a dichos productos.
Siempre es bueno saber y estar al tanto de las reacciones que podría provocar estos productos en los seres humanos, ya sea como dolor de cabeza, mareos, malestar en el pecho, diarreas, sudor, vómitos, fiebre, secreciones por la boca y nariz, provocando intoxicación, etc.

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